Siempre he estado de acuerdo con la exigencia y la seriedad; en lo que se refiere al estudio, me parecen actitudes fundamentales. Tanto en secundaria como en la universidad he respondido a estas circunstancias y he comprendido que suponen un enriquecimiento para el estudiante. El aprendizaje se estimula con la adversidad.
Pero me reitero en algo que ya comenté en la entrada anterior. No es menos importante la actitud. El interés. Nuestro sistema educativo tiene que asimilar esto también. Por ejemplo, un punto a mejorar podría ser una especialización más temprana, así como una reducción de la edad en la que finaliza la enseñanza obligatoria.
Opino que medidas como éstas potenciarían a la juventud de nuestra Comunidad, sin obsesionarnos con que todos deban cumplir con un determinado currículo académico hasta cierta edad. Naturalmente, hay competencias que debemos garantizar en los alumnos, pero también ser valientes y flexibilizar el sistema. Seguir fomentando opciones como la Formación Profesional, y potenciar otras que, a su vez, puedan darle un impulso a la vida y la cultura en nuestros pueblos, tan castigados en los últimos años.
Aunque hay más. Así las cosas, sería razonable aumentar la exigencia en todas las disciplinas sin provocar un repunte en los abandonos. Es decir, si existe motivación en los estudiantes y aprendices varios, cabe subir el listón y que éstos lo salten.
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