En la práctica, un sistema educativo que pretende ser universal no atiende a la diversidad: la raíz del problema está en la misma base de su concepción, y es garantizar la educación para todos. Ante semejante volumen de alumnado, la sistematización y la habitual escasez de recursos, es complicado proporcionar una atención a la diversidad adecuada, comenzando con el ratio de alumnos por profesor. En particular, el tratamiento individual de los alumnos tiene serias limitaciones.
Esto no impide que existan oasis, que pueden ser aulas, profesores o centros enteros. Éste parece ser el caso del colegio O Pelouro, donde se busca ante todo un desarrollo "normosano" de los niños, concibiendo la diversidad como una ventaja y no como un inconveniente. Es decir, niños con muy variadas capacidades y maneras de ser conviven y aprenden juntos en sus instalaciones, desde el respeto a sus intereses y sentimientos.
Y dicho esto, volvemos al comienzo... Un buen problema es el que surge al desear esto para todos los niños del país, o incluso del mundo. Hay una buena parte que depende de los docentes y las prácticas educativas, pero hay otra no menos desdeñable que tiene que ver con los recursos.
Así pues, "a presupuesto fijo", el margen de maniobra es limitado. No obstante, esto no debería ser excusa para permanecer indiferentes.
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