El filósofo José Antonio Marina recibió del Ministerio de Educación el encargo de redactar un Libro Blanco de la Profesión Docente en España. Este libro presenta una serie de cuestiones sobre la docencia con el afán de impulsar un acuerdo a nivel nacional en materia de educación: primero a nivel social, y después en el ámbito político.
En la clase de hoy, los compañeros se han mostrado receptivos con algunas propuestas y reticentes con otras. Ello da una muestra de lo complicado que es el acuerdo aquí, aun tratándose de un entorno tan universal y fundamental como es el de la educación.
El azar designó para mí la propuesta octava, que versa sobre un aspecto que ya he tocado en este blog anteriormente: la cuestión de la formación en oficios "prácticos" o "manuales", frente a las "profesiones liberales", de carácter más intelectual. Me reitero entonces... Como sugiere esta propuesta, debe tomarse en serio la tarea de potenciar la inteligencia práctica. No sólo son valiosos los trabajos que con ella se relacionan, sino que involucra cualidades que por sí mismas merecen ser cultivadas a la par que las más intelectuales o abstractas.
No obstante, opino que la propuesta es escasa, en el sentido de que carece de contenido. Podríamos ser más ambiciosos.
Blog de un alumno del Máster de Educación de la Universidad de Valladolid en la especialidad de Matemáticas
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lunes, 30 de septiembre de 2019
Un pulso al fracaso
En su artículo 91, la LOE reconoce como función docente la "participación en la actividad general del centro".
Dicho así, suena un tanto ambiguo. Podemos entenderlo como que debe haber un compromiso del docente con el centro educativo en el que éste desempeña su labor, lo cual creo que es importantísimo. En ocasiones, una excesiva movilidad de docentes de un lugar a otro (ya sea por interinidad, bajas y sustituciones o la búsqueda de un destino preferente) hace flaquear este compromiso, resultando en un funcionamiento deficiente del susodicho centro. De hecho, se corre el riesgo de que éste se convierta en un mero "lugar de paso"; no es difícil imaginar las consecuencias de esta condición en el ambiente del centro en general y en la calidad de la educación en particular.
En lo que respecta a la Fundación Tomillo, parece que pueden estar tranquilos. Ver semejante compromiso de los docentes con un alumnado tan complicado no es algo habitual, y ciertamente merece un reconocimiento. No cabe duda que devolver a la palestra a personas que coqueteaban ya con la desidia supone un beneficio para la sociedad.
Pero es inevitable plantearse algunas cuestiones: ¿Hasta qué punto es asumible echarle un pulso al fracaso?¿Cuántos recursos estamos dispuestos a utilizar? No es descabellado afrontar el problema buscando la raíz. Es decir, planteando en su lugar una reforma del sistema educativo, que parece tener "una china en el zapato": la obligatoriedad de la enseñanza secundaria, la falta de flexibilidad...
Y, en cualquier caso, los factores del fracaso son múltiples y complejos: ¿Qué hay de la responsabilidad de las familias y de los propios alumnos? ¿Y de sus circunstancias?
Mucha tela que cortar.
Dicho así, suena un tanto ambiguo. Podemos entenderlo como que debe haber un compromiso del docente con el centro educativo en el que éste desempeña su labor, lo cual creo que es importantísimo. En ocasiones, una excesiva movilidad de docentes de un lugar a otro (ya sea por interinidad, bajas y sustituciones o la búsqueda de un destino preferente) hace flaquear este compromiso, resultando en un funcionamiento deficiente del susodicho centro. De hecho, se corre el riesgo de que éste se convierta en un mero "lugar de paso"; no es difícil imaginar las consecuencias de esta condición en el ambiente del centro en general y en la calidad de la educación en particular.
En lo que respecta a la Fundación Tomillo, parece que pueden estar tranquilos. Ver semejante compromiso de los docentes con un alumnado tan complicado no es algo habitual, y ciertamente merece un reconocimiento. No cabe duda que devolver a la palestra a personas que coqueteaban ya con la desidia supone un beneficio para la sociedad.
Pero es inevitable plantearse algunas cuestiones: ¿Hasta qué punto es asumible echarle un pulso al fracaso?¿Cuántos recursos estamos dispuestos a utilizar? No es descabellado afrontar el problema buscando la raíz. Es decir, planteando en su lugar una reforma del sistema educativo, que parece tener "una china en el zapato": la obligatoriedad de la enseñanza secundaria, la falta de flexibilidad...
Y, en cualquier caso, los factores del fracaso son múltiples y complejos: ¿Qué hay de la responsabilidad de las familias y de los propios alumnos? ¿Y de sus circunstancias?
Mucha tela que cortar.
jueves, 26 de septiembre de 2019
Perspectivas de la Formación Profesional
El pasado martes nuestro grupo trató en clase algunas cuestiones relacionadas con la Formación Profesional. Creemos que se trata de un valor de futuro. Ante el detrimento de los títulos universitarios, se perfila como un itinerario nada desdeñable. Países como Alemania (donde el 50% de los jóvenes optan por este tipo de formación) así lo atestiguan.
Representa, ante todo, una formación profesionalizante en un buen número de oficios y disciplinas, imprescindibles para el funcionamiento de nuestro país. En tiempos en los que se juega a la economía especulativa, debemos no sólo conservar, sino potenciar y multiplicar toda iniciativa que apueste por el trabajo "tangible" y de calidad: aquel que lleve comida a los platos, calor a las casas, tejas a los tejados, agua a las fuentes. Que impulse las vidas de las gentes a donde quieran llegar. En definitiva, trabajo que ponga bullicio en nuestros pueblos y barrios...
jueves, 19 de septiembre de 2019
Una vuelta a la educación en Castilla y León
Me gustaría hacer el acercamiento a la educación en Castilla y León desde mi experiencia personal, que hasta el momento involucra solamente el punto de vista del alumno.
Siempre he estado de acuerdo con la exigencia y la seriedad; en lo que se refiere al estudio, me parecen actitudes fundamentales. Tanto en secundaria como en la universidad he respondido a estas circunstancias y he comprendido que suponen un enriquecimiento para el estudiante. El aprendizaje se estimula con la adversidad.
Pero me reitero en algo que ya comenté en la entrada anterior. No es menos importante la actitud. El interés. Nuestro sistema educativo tiene que asimilar esto también. Por ejemplo, un punto a mejorar podría ser una especialización más temprana, así como una reducción de la edad en la que finaliza la enseñanza obligatoria.
Opino que medidas como éstas potenciarían a la juventud de nuestra Comunidad, sin obsesionarnos con que todos deban cumplir con un determinado currículo académico hasta cierta edad. Naturalmente, hay competencias que debemos garantizar en los alumnos, pero también ser valientes y flexibilizar el sistema. Seguir fomentando opciones como la Formación Profesional, y potenciar otras que, a su vez, puedan darle un impulso a la vida y la cultura en nuestros pueblos, tan castigados en los últimos años.
Aunque hay más. Así las cosas, sería razonable aumentar la exigencia en todas las disciplinas sin provocar un repunte en los abandonos. Es decir, si existe motivación en los estudiantes y aprendices varios, cabe subir el listón y que éstos lo salten.
miércoles, 18 de septiembre de 2019
La cultura del esfuerzo
En la clase de hoy hemos reflexionado sobre algunos aspectos que atañen al sistema educativo español. En particular, nuestro grupo se ha centrado en la cultura del esfuerzo.
Hemos notado que la cultura del esfuerzo es imprescindible en un sistema educativo (y en una sociedad); por mencionar un ejemplo, coincidimos en que nuestro país muestra carencias en este sentido. El nivel de los estudios públicos baja cada vez más, empezando en primaria y secundaria y repercutiendo en los estudios superiores. Sin embargo, el fracaso escolar en las primeras etapas no experimenta una caída significativa, y los resultados no mejoran. Ello puede deberse a que los propios estudiantes se acostumbran a dicha pérdida de nivel, volviendo a la situación de partida...
El problema es más complejo de lo que parece. Falta esfuerzo, sí. Pero en lo que se refiere al aprendizaje, flaco favor hace el trabajo si no hay interés de por medio. De hecho, será complicado recuperar el nivel mientras falte este ingrediente. Además, tampoco es descabellado pensar que muchos de los problemas que adolece el sistema tienen bastante que ver con todo esto.
Hemos notado que la cultura del esfuerzo es imprescindible en un sistema educativo (y en una sociedad); por mencionar un ejemplo, coincidimos en que nuestro país muestra carencias en este sentido. El nivel de los estudios públicos baja cada vez más, empezando en primaria y secundaria y repercutiendo en los estudios superiores. Sin embargo, el fracaso escolar en las primeras etapas no experimenta una caída significativa, y los resultados no mejoran. Ello puede deberse a que los propios estudiantes se acostumbran a dicha pérdida de nivel, volviendo a la situación de partida...
El problema es más complejo de lo que parece. Falta esfuerzo, sí. Pero en lo que se refiere al aprendizaje, flaco favor hace el trabajo si no hay interés de por medio. De hecho, será complicado recuperar el nivel mientras falte este ingrediente. Además, tampoco es descabellado pensar que muchos de los problemas que adolece el sistema tienen bastante que ver con todo esto.
El Diablo de los Números
Quiero aprovechar esta primera entrada de mi Blog para recomendar un libro que tiene mucho que ver con Matemáticas, pero no menos con Educación. Se trata de El Diablo de los Números, escrito por Hans Magnus Enzensberger.
Robert es un joven que sufre las Matemáticas en su escuela. No entiende qué utilidad pueden tener, y por qué remota razón tiene que emplear tantas horas de su tiempo en hacer cálculos inútiles. Cierto día aparece en sus sueños un intrigante diablo: el diablo de los números. Su empeño parece consistir en acosar a Robert con acertijos numéricos durante su descanso también...
Pero nada más lejos. Durante doce sesiones, Robert descubre en compañía del diablo una cara de las Matemáticas y su aprendizaje que hasta ahora se le había velado.
El Diablo de los Números nos emplaza a enfrentarnos sin miedo a las Matemáticas, y a trasladar esta actitud a las aulas. Armados con nuestra inteligencia, voluntad y memoria, recorrer los senderos de la deducción, capear los envites de las dudas. Ser partícipes de un juego de conocimiento en el que no siempre ganaremos, pero donde triunfarán ante todo el espíritu crítico, el atrevimiento y la curiosidad.
El Diablo de los Números nos emplaza a enfrentarnos sin miedo a las Matemáticas, y a trasladar esta actitud a las aulas. Armados con nuestra inteligencia, voluntad y memoria, recorrer los senderos de la deducción, capear los envites de las dudas. Ser partícipes de un juego de conocimiento en el que no siempre ganaremos, pero donde triunfarán ante todo el espíritu crítico, el atrevimiento y la curiosidad.
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